LA PATRIA VIVA

LA PATRIA VIVA

En 1827 el pueblo de Patagones, en tierras alejadas del Rio de la Plata defendió la patagonia y la soberanía. Defendió la Argentina.

Con el fin de tomar el poblado y el fuerte de Carmen de Patagones, el más austral del territorio argentino en ese entonces, ya que su posesión se podría transformar en una importante ventaja estratégica para las fuerzas invasoras.

La división de la marina brasileña estaba compuesta por dos corbetas Itaparica y Duquesa de Goya, un bergantín llamado Escudeiro y la goleta Constancia. Más de 650 soldados se repartían en esas cuatro naves frente a los apenas 44 soldados que custodiaban el Fuerte Maragato. En esa época todo indicaba una batalla perdida, ante el número del Imperio de Brasil que superaba ampliamente a Patagones.

A pesar de esta gran diferencia de fuerzas, el pueblo, de unos 600 habitantes, lejos estuvo de firmar su rendición. El río Negro fue el gran aliado de Patagones, ya que la Marina del Imperio de Brasil tuvo dificultades para navegar y decidió atacar por tierra.

Cerca de la madrugada del 7 de marzo se produjo el desembarco general de las fuerzas brasileñas, alrededor de 400 soldados con la misión de tomar la población en forma definitiva. El error de no contar con un guía competente hizo que el batallón se metiera por terrenos arenosos y cubiertos de espesos matorrales espinosos, que obligaban a transportar a los oficiales sobre los hombros de sus soldados.

Se alejaron del río y se extraviaron. El calor asfixiante y el terreno desértico, hizo su trabajo para desgastar a los invasores que lo único que pudieron consumir fue carne salada.

Finalmente llegaron al Cerro de la Caballada, completamente extenuados y sin haber podido beber agua por 24 horas. En ese enfrentamiento, cayó muerto el comandante James Shepherd del Imperio del Brasil, quien fue suplantado por Guillermo Eyre. Se vieron rodeados por el pueblo que incendió la vegetación, con este panorama intentaron la retirada hacia las naves, sin darse cuenta que las mismas ya se encontraban copadas por Patagones.

En la rendición se tomaron del enemigo la corbeta “Itaparica”, la goleta “Constancia” y el bergantín “Escudeiro”, 372 armas de fuego, 18 cañones y 36 barriles.

Los trofeos de esa batalla fueron siete banderas, de las cuales cinco se destruyeron en un incendio en 1860 y las restantes aún se conservan. Hubo varios intentos del gobierno brasileño por intentar recuperar esas banderaspero el pueblo maragato no se dejó seducir, incluso con una promesa de donar importantes obras públicas para Patagones. Una movida que la generó Agustín Justo, ministro de guerra del presidente Alvear 1922-1928 y luego presidente de la Nación de facto 1932-1936.

No hubo forma de torcer al pueblo maragato. Durante el proyecto de traslado de la capital nacional al Valle Inferior en 1986, el presidente Alfonsín invitó a su par José Samey de Brasil a recorrer el nuevo distrito federal. La noche anterior a la llegada de ambos presidentes se advirtió que podría anunciarse la devolución de las banderas.

Esa noticia corrió por el pueblo y generó una espontánea reacción de vecinos y vecinas que reclamaban medidas para que no se consumara el supuesto despojo. Algunas personas planeaban esconderlas en un lugar más seguro y se dispuso una guardia en la puerta de la iglesia. El día de la visita de ambos presidentes, no se mencionó nada y el pueblo respiró tranquilo para mantener esas dos banderas, trofeos de una gesta histórica que año a año es recordada con mucho orgullo.

Todo un pueblo organizado logró convertir esa derrota segura en una gesta que quedó marcada a fuego en Carmen de Patagones y que se celebra cada año para mantener viva la historia.

Fuente: Museo Regional “Emma Nozzi” - Patagones

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